Fernando Pessoa (1888-1935), es uno de los mayores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea. Dedico gran parte de su vida al periodismo, la publicidad, el comercio y, especialmente a la literatura. El autor publico gran parte de su obra bajo varias personalidades conocidas como heterónimos. Entre sus personajes más conocidos destacan: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. A contuniación, se hace una breve descripción del estilo poético de cada uno:
Alberto Caeiro, el «mestre»
Alberto Caeiro, nacido en Lisboa en abril de 1889, es considerado el “mestre” en torno al cual se determinan los otros heterónimos de Fernando Pessoa, se presenta como el poeta de las sensaciones y de la naturaleza. Su poesía es representada desde un punto de vista primitivo y captando el estado puro de la naturaleza y del propio hombre. Es el poeta de la simplicidad completa y de la clareza total. Detractor de la metafísica, afirma que debemos “aprender a desaprender” liberándonos de todo aquello que nos limite captar las cosas de forma clara y concreta.
Caeiro ve la realidad de una forma objetiva y natural, sin necesidad de profundizar en la existencia de los elementos. El “mestre” considera que es necesario aprender a no pensar, “O pensamento é uma doença dos olhos”, ya que las ideas y los conceptos nos privan de sentir y por tanto, de vivir.
El poeta, promueve una visión del mundo a través de los ojos de un niño, una mirada inocente y simple que describe la realidad tal y como es sin cuestionarla. Su poesía invita al lector a contemplar la naturaleza guiándose por los sentidos y descubriendo cada elemento a través de las sensaciones que nos producen. Alberto Caeiro, acepta el mundo tal y como es, de forma tranquila, sin necesidad de dar explicaciones simplemente sintiendo. Rechaza cualquier tipo de explicación filosófica de la existencia, y afirma que conoce las Verdad de las cosas porque no las piensa “Com filosofia não há árvores, há ideias apenas”. Caeiro, es el poeta del presente, lo concreto e inmediato, no le interesa el pasado ni se preocupa por el futuro.
Ricardo Reis, el dominio de las emociones
Ricardo Reis, nacido el 19 de setiembre de 1887 en Lisboa, estudió en un colegio jesuita donde recibió una formación clásica y latinista. regida por principios conservadores. Médico de profesión, conservador y con tendencias monárquicas, hecho que lo llevó a vivir emigrado algunos años en Brasil. Reis es el heterónimo que más se aproxima al creador, tanto en el aspecto físico como psíquicamente.
En sus poemas, Reis crea el equilibrio perfecto entre el placer de las emociones y la razón. Para el autor, el placer debe ser controlado de forma disciplinada por la racionalidad. De este modo, el hombre no sería gobernado por los instintos. Es el control de ese deseo insaciable el que nos aparta del desasosiego y nos aproxima a la harmonía entre cuerpo y alma. El poeta aconseja la búsqueda de la felicidad con serenidad y tranquilidad, entendido como ausencia de perturbación del espíritu. El hombre debe aceptar su destino, manteniendo una lucha constante y moderada con todo aquello que amenace su sosiego.
Su poesía transmite ese deseo por el equilibrio, estabilidad, regularidad y formalidad. En cierta medida, Reis llega a ser contrario a Caeiro basándose en un sensacionismo de carácter reflexivo, donde las emociones son controladas por la razón. Inspirado por la filosofía de Carpe Diem, invita a vivir cada instante como si fuera el último suspiro. Este camino para encontrar la felicidad no conjuga verbos en pasado ni futuro, sino en el aquí y ahora.
Álvaro de Campos, prisionero de la rutina
Álvaro de Campos, nació en 1890 en Tavira y es ingeniero de profesión. Estudió ingeniería naval en Glasgow y dedico parte de su vida a visitar oriente. Desilusionado con su viaje, decide regresar a Portugal para encontrarse con el maestro Caeiro. En el triangulo heterónimo, Campos se encuentra en el lado opuesto a Reis. Es representado como el poeta de la modernidad que describe las sensaciones de movimiento y energía. Sujeto a la civilización industrial y mecánica, vive inmerso en un mundo de avances tecnológicos que revolucionan la sociedad y las formas de producción. Campos es un entusiasta del progreso técnico. Al igual que “el mestre” se aproxima al sensacionismo y afirma que la sensación es la única realidad. Por otro lado, a diferencia de Caeiro, Álvaro de Campos se distancia del objeto en sí para centrarse en el sujeto y a su ansia por sentir.